Firma invitada: Jasim Alubudi (2)

El primer día en Madrid

No es fácil venir a España desde Oriente. A pesar de los muchos obstáculos, conseguí llegar con mis tres hijos pequeños. Cuando aterrizamos, por primera vez, en el aeropuerto de Barajas, había que rellenar unos papeles y yo aún no sabía en qué lugar íbamos a residir. Luego tuvimos que pasar por un control, en el cual rebuscaron en nuestras maletas con lupa, mientras que a otros ni se las abrían. Todo el mundo iba a lo suyo, nadie nos ofreció una mano para colocar las maletas y los bultos en el carro. Había dos filas; la primera para los comunitarios y la otra para los extranjeros. Palabra que odié desde entonces.

Al salir del control, estuve observando las caras de la gente, no vi a nadie que nos mirase, que estuviera esperándonos o que nos sonriera. Tampoco sonó mi teléfono como habíamos acordado. Llamé, pero nadie contestó.

Pasaron más de dos horas, nos sentíamos totalmente «extranjeros«, mi hijos estaban aburridos y quejándose. Salimos fuera del aeropuerto. Hacía frío y caía una fina lluvia, a pesar de que estábamos a finales de octubre y nosotros solo llevábamos camisas de manga corta.

Con las palabras de inglés que me quedaban en la mente, pude coger un taxi para un hotel-apartamento.

Todo era diferente y distante para nosotros. Mientras el taxista me cobró el doble de lo que marcaba el contador, yo era incapaz de protestar por no saber español, ni él inglés, y encima al dejarnos me señaló con la mano (posteriormente me enteré que era un insulto).

Una vez instalados en el apartamento, empezaron mis hijos a decirme: tenemos hambre y nos apetece comer pollos asados.

Decidí salir para intentar encontrar un lugar donde comprarlos. Para no perderme, escribí el nombre del hotel y el de la calle, dejando señales en mi memoria durante mi marcha… aquí el Banco Santander… allí la Plaza de Castilla… etc. Me cansé de tanto caminar, sin encontrar un restaurante de pollos como los que hay en nuestro país.

No pude buscar en muchas calles por temor de perderme. Solo iba y volvía por una muy larga que se llama Paseo de la Castellana, recta, ancha, con muchos coches y con incontables árboles en los dos lados.

Tenía vergüenza de preguntar. Pero, de repente, me miró una persona y sonrió, sentí como unas gotas de rocío entraban en el corazón, cerré los ojos, pero esta persona se me acercó y empezó a hablarme, pero no entendí nada, más que las pocas preguntas en inglés. Antes de dejarme su número del teléfono, me dijo: Tomorrow here at six.

Volví corriendo, no vi más que una tienda en una esquina, así que compré fruta y pan, Durante el camino de regreso estuve pensando en lo que iba a decirles a mis hijos. ¡Era domingo y estaba todo cerrado!

Jasim Alubudi

Madrid, 22 de enero de 2012.

Todo sucedió por primera vez

El día cuatro de abril es un día memorable y glorioso, en el que tiene lugar un cumpleaños de algún ser querido y, sobre todo, ocurrió lo que nunca pasó. Todo sucedió por primera vez.

Las últimas dos horas de la noche son las mejores, porque son las más profundas del sueño; así que estuvo durmiendo en profundidad, a pesar de ello pudo escuchar el timbre de su teléfono, aunque tenía el sonido muy bajo. No dudó en levantarse, pensando que podría ser un mensaje de un ser especial.

¿Por qué tuvo esta sensación? Puede que fuera el deseo que le movía para conocer quién quería comunicarse con él a esas horas. Pero, ¿qué síntomas tiene el deseo?

Se levantó con pereza por el sueño, pero con ánimo cogió el teléfono, encendió la luz, y empezó a leer.

Era la primera vez que algo así ocurría; se quedó atónito al leer el mensaje: «Cuando mi día termina, tú amaneces; sin embargo, yo pienso en ti, en cómo será tu día en el hospital. Sí, mientras yo duermo, tú estás solito, y si me sientes que estoy a tu lado para estar contigo. Te extrañé mucho. Te quiero, amor. Un beso en tus labios. Disculpa si te despierto».

Cerró los ojos, pensando en algo importante, y volvió a leer el mensaje dos veces más. Sentía como burbujas dentro, igual que el agua que está hirviendo, o mejor dicho, como una olla exprés; su corazón latía con fuerza, y se preguntó: ¿las burbujas son síntomas de amor o solo del deseo?

Buscó su otro teléfono, desde el que podía llamar, puesto que el terminal en el que había recibido el mensaje estaba sin saldo. Lo buscó pero no lo encontró, y se dijo a sí mismo: «Seguramente lo olvidé en el coche». Se puso rápidamente la cazadora, el abrigo y la bufanda encima del pijama y salió a la calle. ¿Un poco ridículo y extraño? Jamás antes había hecho algo parecido en su vida. Era la primera vez que salía en pijama fuera de su casa.

Estaba medio oscuro, nublado y húmedo, con muchas gotas de rocío que habían mojado las hojas de las flores que estaban en las jardineras de los balcones y en los patios de las casas bajas.

Por primera vez, salió a la calle en el Puente de Vallecas, en una hora tan intempestiva, buscando su coche. Esta vez, sabía –no como en otras ocasiones- dónde estaba su coche. Tardó unos 15 minutos hasta llegar al lugar donde lo había dejado aparcado.

Efectivamente, había dejado su otro teléfono en el coche. Lo cogió y efectuó una llamada al mismo número del mensaje que había recibido. Solo lo dejó sonar dos o tres veces, para no molestar a la familia de la persona a la que llamaba, aunque tenía ganas de otras cosas, por lo menos, de oír su voz.

Se quedó con las ganas de mandarle un mensaje, pero lo desestimó, porque ya le había mandado varios mensajes, y nunca llegaron a Camagüey en Cuba.

¿Cómo dos personas se quieren sin verse? ¿Es un deseo de conocerse el uno al otro, o amor platónico? Hoy en día no existe amor platónico, ¿verdad? Ni mucho menos. ¿No será una nueva aventura del Facebook?

Volvió a casa conduciendo, y allí empezó la tarea diaria: hacer algunos ejercicios de gimnasia, desayunar, afeitarse, ducharse, y escuchar las noticias, mientras se vestía.

Y cuando estaba a punto de salir de casa, se dio cuenta de la hora, era una hora y media antes de lo previsto diariamente, pero no paró. Cogió las llaves de la casa y salió hacia el hospital.

Al llegar al Hospital de Día ubicado en el Infanta Leonor, había poco personal y escasos pacientes para extracciones de la sangre y múltiples pruebas, así que le tocó el número uno.

El trabajo empezaba en el hospital, a las ocho de la mañana. Fue el primero en entrar para realizarse una serie de pruebas.

Como aun le quedaba mucho tiempo, se fue a desayunar. En el restaurante del hospital, mientras estaba desayunando, esperando dos consultas (la primera a las 11.30 para la Hematología, como cada jueves, y, la segunda a las 12.00 h para Otorrinolaringología), se puso a escribir este cuento real, en el que todo ocurrió por primera vez.

Y a este cuento, decidió añadirle otros mensajes que había recibido, hasta la fecha de hoy, que son:

En 28-3-2013, dice: «Mi amor, estoy probando esta opción, si te llega, pf. (Por favor) timbrame (llámame), que tengas buenas noches, ojala pudiera ¿sorplenderte? (sorprenderte) en estar a tu lado amor, mil besos».

Otro en 29-3-2013: «Mi amor estoy en casa y te pienso (pienso en ti), te envío un beso cálido en tus labios, y siento mucha necesidad de ti, te quiero, cuídate amor».

En 1-4-2013: «tengo problemas de conex. (Conexión), espero estés bien, un abrazo y un beso».

Cada día visita su muro en el Facebook, no para vigilarla sino para oler el perfume de su alma a través de sus palabras, notó que la lista de sus amistades se engorda cada día más, que son 341 amigos.

Le escribió lo siguiente: «Por favor, elige: ¿Tus amigos o yo?». Ella le respondió después de varios días en forma de comerciante: «ahora yo te pregunto: ¿cuál es tu propuesta para que yo pueda decidir? ¿Qué me ofreces?».

No tardó en contestarla: «Te amé, hasta el punto de hacerme daño… Tú no mereces este gran amor, ni te interesa, sino lo que buscas aventuras pasajeras e interés materiales».

Y añade «aunque no te lo había dicho, el objetivo de este amor maravilloso y lindo mío es salvarte del infierno y ayudar en todo lo posible a tu familia. Llevo tiempo planeando todo: he comprado un piso de 140 metros, con todo nuevo, pensando en ti y tu hijo, hablé con un amigo para facilitarme la invitación tuya y yo estaba a punto de mandarte el dinero para que hagas el pasaporte y más tarde el pasaje del avión. Prueba de esto, puedes preguntar a tu amiga. Adiós para siempre».

Dr. Jasim Alubudi

Madrid, 8 de abril de 2013.

Jasim Alubudi Abid, nació el 08/10/1949 en Iraq. Tras diplomarse en Magisterio (1969) en Bagdad, obtuvo en 11/03/1970 una plaza de profesor. Al inicio del 1971 era encarcelado y torturado, prohibiéndosele salir del país hasta finales de 1980. A pesar del sufrimiento de las persecuciones que le obligaron a presentar su dimisión, consiguió la Licenciatura en Letras en 1977 de la Universidad de Bagdad. El 22/10/1982 obtuvo una Beca de Intercambio Cultural entre Iraq y España. Se licenció en Filología Semítica (UCM) en 1987 y el Doctorado en 1990. El 19/04/1987, el régimen de Saddam le retiró su condición de becario y le cesaron de su trabajo de profesor. Entre sus actividades figura profesor e investigador en la UCM, la Universidad Autónoma de Madrid, el Instituto Saudí de Madrid. En su faceta de escritor, investigador y traductor tiene centenares de artículos y obras en español, árabe o ambos. (Datos de su blog http://jasim-alubudi.blogspot.com/).