Juego del cementerio

Actividad de presentación (3º ESO, 16 de sept. de 2011) Publicada originalmente en Asombra2.

Toda la clase es un cementerio. Suerte que a los muertos les ha dado tiempo a escribir su epitafio (con su nombre y causa de muerte):

  • Daniel. Murió en accidente de triciclo.
  • Vladislav. Falleció ahogado al confundir la piscina del barrio con el oceano Pacífico.
  • Enrique. Murió intentando volar por un edificio de 120 metros de altura (paro cardiaco en mitad de la caída).
  • Melisa. Murió por la charla de una vecina.
  • Beatriz. Murió atragantada por un espagueti.
  • Miguel. Murió por asfixia de hueso de aceituna.
  • Guillermo. Murió por sobredosis de deberes.
  • Cristina. Murió atragantándose con una palomita en el cine.
  • Alberto. Murió por estudiar en clase.
  • Noelia. Murió cayéndose por la ventana de un bajo.
  • Sergio. Murió al caer de una noria tras soltarse un tornillo de su cabeza.
  • Sarai. Murió pisada por una hormiga.
  • Alberto. Murió atragantado por un lacasito.
  • Alejandro. «Por aguantarme un peo, aquí me veo».
  • Yonabi. «Morí por meterme sacarina por la nariz a ver si sabía lo mismo».
  • Jesús. Falleció al salir de un bar erótico por causa desconocida.
  • Ricardo. Murió al salir de un sex shop, se le cayó un piano.
  • Raúl. Al despertarse de una pesadilla se dio con la litera de arriba (había soñado justamente eso).

Una vez escritos los epitafios (para reírnos de la muerte), los muertos se quedan inmóviles en sus tumbas. Un visitante (alumno voluntario) recorre el cementerio leyendo nombres y causas de muerte. Una vez ha terminado, todo se oscurece y debe recordar cada nombre y cada epitafio. Si acierta, sigue recorriendo tumbas. Pero si se equivoca, el muerto cobra vida y le persigue como zombi sediento.

Objetivos: reírse un rato, ejercitar la imaginación, conocer al grupo, favorecer un trabajo colectivo en el que todos colaboran para que funcione el juego.

Desarrollo: Creación de clima previo para abordar lúdicamente un tema esencial. Los autores de las frases son los alumnos del grupo. Esto es solo una muestra.

Algunos alumnos dicen: «no tengo imaginación» (con un pequeño estímulo, han logrado algunas de las frases más ingeniosas).

Los dos alumnos visitantes voluntarios han recordado todos los nombres y epitafios y han recibido su primer refuerzo positivo. El clima de motivación y participación ha sido muy gratificante. En este cementerio hemos quitado la losa de la hipertrofia gramatical de muchas clases de lengua. En directo desde el cementerio, una clase viva.