Ingrid Fainstein

Llanto inmenso de un dios solo

El fénix derribado, soldado del silencio, espejismo del futuro.
¡Esclavo! pájaro furioso del gris torrente de uniformes,

¡Quiero que irrumpas en mi tierra, que desgarres en mí esa música maldita!

¿Qué pena naufraga en la cumbre de esta frágil hermosura?

Ya no quedan más cristales querido poeta.
Sólo la certeza del recuerdo y el saber de la inocencia.

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¡Fénix! ángel triste de memorias resurrectas
enclaustrado en esos fríos argumentos de existencia
Ángel, mensajero del destierro,
del silencio, del infierno…

Quiero en esta tierra tus rojas alas desplegadas,
La utopía de tu terrible inocencia.

Ingrid Fainstein Oliveri

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