La sombra (de lo que fuimos), nº 15. Monográfico: la muerte. Versión web
Casa encendida
Alfonso Aguado: In memóriam >
María M. Bautista: «La noche los derrota» >
Raúl Bravo Aduna: «Observer Effect» >
Manuel Bernal: «Trenes que no vuelven» >
María Cabrera: «Birmania» >
Carmen Camacho: «Minimás a la muerte» >
Vega Cerezo: «La ciudad de las casas azules» >
Rafael-José Díaz: «Privilegio y desgracia» >
Jesús Gallego Montero: «Ese lugar» >
José Luis Gómez Toré: «Helado de chocolate» >
Pedro A. González Moreno: «Lección nunca aprendida» >
Elena Medel: «Pez» >
Eduardo Moga: «Ha venido la muerte»>
Sofía Moreno: «Una extraña mañana» >
Orión de Panthoseas: «De la labor del tiempo» >
Jorge Riechmann: «El naipe de la melancolía» >
Dean Simpson: «Por una idea»>
Álvaro Tato: «Testigo» >
Pedro Tenorio: «Las ensimismaciones» >
Javier Úbeda: «A tientas» >
Ensayo
«Las novias de Bécquer«, por Manuel Bernal.
La sombra más joven
Lucía Anabitarte. David Flores. Odile L’Autremonde. Ana M. Bautista. Federico Ocaña.
Ana Esmeralda Piña. Sergio de Simone. Gonzalo Suárez.
Nadia Cortina (A ti), Mayte Gómez (A mil kilómetros de aquí),
Raquel Gómez (El fin del camino),
Paloma Sánchez (Cómic).
Lecturas amigas > …
La sombra, nº. 15. Junio de 2011. Revista semestral de poesía. ISSN: 1697-8714
Consejo de Redacción: Isabel Castells, Lidia Campo, Marta Contento, Nadia Cortina, Alicia Cuadrado, Raquel Gómez, José G. Moya, Carolina Reguera, Jorge Ruiz, Paloma Sánchez, Anabel Sánchez, Adrián del Saz. Cabecera: Jose Gil Romero. Ilustración de portada: La muerte de Atala, de Girodet. Dirección: Juan Antonio Cardete.
IES Antonio López (Getafe, España)
ENVENENADOS
Decía Billy Collins en una de sus últimas entrevistas que la poesía es la capacidad de verbalizar la coordenada exacta en la que estamos. El instante que vivimos de modo único e irrepetible en el que nadie en el mundo salvo nosotros ocupa ese preciso tiempo en ese espacio concreto. ¿Cómo decir adiós a La Sombra del Membrillo? ¿Cómo hacer palabras la coordenada de esta despedida?
Difícil tarea. Quizás sería mejor pensar en un hasta pronto. Los que estamos envenenados de poesía no conocemos esa coordenada. No está en nuestro cuaderno de viaje.
No será ya La Sombra del Membrillo la que nos abra las puertas a los que como yo nos acercamos un día a la revista con el sueño de ver nuestros poemas publicados. Será otro lugar de encuentro el que nos convoque de nuevo porque este maravilloso veneno no tiene cura.
Mil gracias por crear un espacio para los envenenados, por abrirnos las páginas de vuestra revista y por difundir esta deliciosa fiebre a tantos lectores.
No puedo verbalizar esa coordenada que me pides para este último número de La Sombra del Membrillo. Tan sólo puedo regalarte alguno de mis últimos poemas. Creo que es un justo precio por creer en mí cuando todo era cuestión de fe. Incluso para mí misma.
Gracias infinitas y hasta pronto a todos los Membrillos envenenados.
Vega Cerezo