Raquel Zarazaga


LAS CÉLULAS T



«El gen HLA B57 impulsa la producción de un mayor número de células T, glóbulos blancos defensores del organismo ante patógenos invasores, lo cual ayuda al organismo a mantener a los virus bajo control. El hecho consiste en que las células T son capaces de reconocer a los organismos invasores y así ayudan a mantenerlo inmune» según artículo publicado en la versión online de la revista Nature.

(Hasta aquí la noticia. Ahora, el poema.)


Mi corazón no tiene células T.

No es capaz de reconocer a los organismos invasores.

Le abordan por cualquier parte y siempre consiguen pasar. Mordaces o mezquinos, gloriosos o bribones, atraviesan y se hacen carne entre mis proteínas, mis células y mis tejidos. Reproducen mis metáforas, las que uso para protegerme de los microorganismos de la vida cotidiana, y las que uso para alejarme del vértigo, de la falacia, de la estulticia …

Y te sobrevienen las ganas de manar, de emparejar la sed con el aliento, de recibir esa savia que te hace brincar los linfocitos. Ellos no recuerdan ni reconocen invasores previos, contrariamente a su destino. Se me alborotan y no atienden a razones.

Cómo neutralizar entonces las toxinas adosadas a los acontecimientos, los que destruyen mi primera línea de defensa (como cuando nos cortamos y la piel se intenta cerrar lo más deprisa posible).

Consiguieron inflamar mis vísceras, hacerme verter por los cauces, latir ardientes mis pulsos pero no pudieron hacer nada más.

Mi corazón no es inmune pero resiste, aún resiste.


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Raquel ZarazagaRaquel Zarazaga lleva la sal de Cádiz en sus venas y en su alma y el recuerdo de la niebla y la lluvia de Bilbao, donde nació, en el corazón. Siempre inquieta, ha participado en tertulias, talleres de poesía en el aula, ciclos de lecturas… Sus  poemas aparecen en revistas digitales y blogs diversos como La rosa profunda de la Universidad de Murcia, Almiar, Las afinidades electivas, Indocencias, Ciudad de mujeres, Hankoover, Cuaderno de Legados y en breve en la macroantología poética de Fernando Sabido.

En los anaqueles de su «casa de las palabras» se apilan: Seda salvaje, Poemas vegetales, Im-propias (publicado dentro del volumen Las dos orillas), El grano de trigo, Imaginario de la infancia, A veces cuando llueve nos llega el olor de la sal (CVA) y Hierba oliendo a carne (que da nombre a su blog y que será editado el próximo año por la editorial Baile del Sol). Prepara una antología de poesía de autoras búlgaras y españolas en colaboración con la poeta y traductora Zhivka Baltadzhieva, profesora de la UCM.

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