Nadia Cortina


A TI, QUE SABES QUIÉN ERES


Esto no es inesperado. Ambos lo veníamos presintiendo desde hacía tiempo. Sin embargo, aún manteníamos la débil esperanza de que pudiese durar, aún nos negábamos a rendirnos y luchábamos por cambiar este desgraciado destino.

Pero, mal que me pese, tengo que confesártelo: ya no puedo más, ya no me quedan ni ánimos ni fuerzas para seguir adelante.

Por favor, no me malinterpretes, tú eres lo mejor que me ha pasado y todos estos años a tu lado han sido maravillosos. Juntos hemos alcanzado más de lo que jamás imaginamos y te aseguro que no me arrepiento de nada.

Si solo pudiera seguir a tu lado, si solo esto estuviera en nuestras manos…

Mi corazón y mi espíritu siempre te pertenecerán, pero mi cuerpo y mi mente han llegado al límite de sus fuerzas; ya no puedo acompañarte.

Sé que no quieres, yo tampoco. Pero hay que reconocerlo: ha llegado el momento de despedirnos.

No quiero lágrimas y tragedias, no quiero oscuridad y tinieblas. Simplemente coge mi mano y abrázame, quédate a mi lado hasta el último momento y, cuando llegue el final, despídeme con un beso. Esa será una buena forma de marchar…

No llores, no te lamentes por mi pérdida. Sé que estaré bien allá donde vaya porque parte de ti me acompañará, igual que parte de mí permanecerá a tu lado.

Por lo tanto, afrontemos lo inevitable, pues ya no hay forma de resistirse.

Aceptemos lo que nos espera, aunque signifique nuestra separación definitiva.

Consolémonos recordando el tiempo que compartimos y disfrutando de lo poco que nos queda juntos.

Despídeme como me merezco, sin pena, sin dolor, sino con una sonrisa serena que celebre todo el amor que compartimos. Pase lo que pase estarás bien, sé que volverás a encontrar esta felicidad que nosotros conseguimos acariciar.

No permitas que mi muerte signifique la tuya.

Nadia Cortina

Deja un comentario