PEZ
Nuestro plato favorito requería cierta preparación. Mi abuela abría el pescado en vertical, leyendo mi futuro.
Sobre la superficie herida distribuía su relleno, con cuidado: las marcas de la muerte no deben infectarse.
Mientras, ella me hablaba. Yo aún era pequeña; había vuelto del colegio, preguntaba qué había de almorzar, relamía mis gracias y decía:
peces como los del verano. Por entonces hacía frío. Y al terminar de comer nos sentábamos juntas, veíamos la televisión juntas, respirábamos juntas cada tarde.
Vivir era costumbre de las dos,
y en verano me enfadaba al verla caminar
orilla arriba
orilla abajo:
yo me enfadaba porque temía perderla en una ola, o que se resfriase, o simplemente estar lejos de ella unos minutos.
Al volver, me sentaba en su hamaca y me ayudaba a limpiarme la arena de los pies, a buscar mis ceras en la bolsa, a despegarme la sal y las legañas.
El invierno es, ahora, amable en esta casa. Al entrar he querido encontrarte tranquila, repitiendo tus historias, sonriendo al recordar los buenos tiempos, como siempre, siguiendo las costumbres de mi infancia.
Pero ahora no estás. Las dos ya no vivimos, y el frío me agarra por la espalda y me golpea, recuerda tantas cosas que vuelvo a tener miedo,
y mis ojos
resbalan en mis manos
húmedos
como el pez del invierno.
Tara (DVD, 2006)
Elena Medel (Córdoba, 1985) ha llamado la atención de antólogos y críticos desde tempranísima edad. Su poemario Mi primer bikini recibió el Premio Andalucía Joven 2001 (DVD Ediciones, 2002).
Su segundo poemario, Vacaciones (El Gaviero, 2004) ha alimentado bellezas como la versión musicada de «L´enfant terrible« del grupo Deneuve (que puede escucharse en http://www.myspace.com/deneuve).
Desde sus diversos proyectos (como La Bella Varsovia), Elena regala permanentemente su capacidad para abrir caminos, conectar creadores y lenguajes, llevar la creación a la calle, a la ciudad.
El desgarro de una muerte cercana está detrás de su tercer poemario, Tara (DVD, 2006), que da una lección de investigación en el lenguaje ajena al malabarismo esteticista.
Feliz síntesis de consumidora de Pryca (que es capaz de descubrir entre los estantes efímeros el Blues castellano de Gamoneda) y apasionada de la literatura y otras artes, Elena nos regaló algún inédito de su adolescencia y ahora nos abre esta dolorida Tara para nuestra Sombra fúnebre.