Libros amigos 15

Portada de La sirena dormidaVega Cerezo. La sirena dormida. Murcia: Diego Marín, 2010.

Con su primer libro, Vega Cerezo (Murcia, 1970) ha conseguido lo que muchos tardan décadas en lograr: una voz personal, diferente, inconfundible. El empuje mediterráneo de sus versos llena sus poemas de sensualidad y pelea cotidiana contra la rutina: «No te perdono que no desees buscarme»; «Rechupeteo el cielo de tu boca/ y hallo lo mío./ A veces oleaje/ Mar brava/ Bella/ salvaje». Vega es murcianica militante: «moríamos por huir/ al ladico del mar». La metáfora que da unidad al poemario («Guardo una sirena/ bajo la piel»), la mujer que lleva dentro un personaje mágico, no es solo un juego literario (de tierno humor a veces: «Cuando bailamos siempre nos andamos pisando./ Tú, mi cola de sirena./ Yo, tus zapatos»). Es el hallazgo de la expresión de una energía femenina compleja, irracional, contradictoria. Tras esa metáfora aparece el deseo, la plenitud de los sentidos (el lector escucha, palpa y siente agua salada, olor a mar, tacto de escamas), pero también el dolor de la lucha cotidiana expresado de la forma más sencilla e intensa:

A veces los días están repletos de
esquinas y
yo me araño
con todas.

La Sombra se complace en haber adelantado algunas muestras de La sirena dormida en nuestro número 12. Para saber más sobre la autora, su blog: http://vega-cerezo-martin.blogspot.com [jac]

Pedro A. González Moreno. Anaqueles sin dueño. Madrid: Hiperión, 2010.

Anaqueles sin dueñoEl club de los escritores suicidas tiene una amplia y estremecedora nómina.  (En esta entrada, por ejemplo, se incluyen más de setenta. En la red hay numerosos artículos sobre el asunto, como este «Poetas suicidas» de Luis Felipe Comendador en un monográfico de literaturas.com o este de Vicente Luis Mora en su Diario de lecturas).

El tema, que es tabú en otros ambientes donde se intenta ocultar a toda costa, en el mundo literario despierta un deseo de saber que ha generado una amplia bibliografía: José Luis Gallero. Antología de poetas suicidas (1770-1985), Ardora, 2000; Suicidas. Antología, Madrid, Ópera Prima, 2003; Toni Montesinos. El gran impaciente. Suicidio literario y filosófico, March, 2005; Carlos Janin. Diccionario del suicidio, Laetoli, 2009; Ricardo Fernández Moyano. Poetas suicidas: sensibilidad o supervivencia, Papeles de Trasmoz, 2009.

A esas publicaciones se suma Anaqueles sin dueño, el último poemario de Pedro A. González Moreno, que se mete en la piel de veinticinco suicidas que habitan su biblioteca. La obra de González Moreno ya había evidenciado una clara vocación elegíaca. Es revelador que Pedro Antonio eligiera La erosión y sus formas como título para la antología de sus versos de dos décadas (1986-2006). La destrucción, la pérdida son esenciales en su obra. Su reciente cuaderno Dodecaedro, publicado por la Tertulia Literaria del Grupo A-7 de Valdepeñas en 2010, es la cristalización de esa voz en doce pérdidas, doce elegías a personas admiradas arrebatadas por la muerte.

Ahora González Moreno da un paso más allá y construye un sólido poemario (no una acumulación de poemas, sino una meditada arquitectura donde todo encaja) sobre otras pérdidas más inquietantes: las de grandes escritores que pusieron fin a su vida. En buscada estructura circular, el libro se abre y se cierra con el mismo verso: «entre mis libros». Es la emoción de un apasionado lector la que se nos anuncia, la de quien vive intensamente las experiencias, versos y muertes de lejanos seres que el milagro de la lectura instala en nuestras vidas.

La estructura del libro se sostiene sobre una metáfora personificadora: la estantería «que cruje con sonido/ de carne», que rezuma quizá «gotas de rabia y desconsuelo». Allí están los que han edificado «todo un reino de nadie/ y de la nada». Los que «hicieron de la vida un acto/ heroico y prescindible,/ e hicieron de la muerte/ una bella y amarga ceremonia/ de cordura». Dividido en cinco «baldas», cada una de ellas recoge cinco poemas, dedicado cada uno a un escritor. Empezando por José Agustín Goytisolo, que en 1999 puso fin a su vida saltando al vacío («dar el salto tal vez/ con la ciega esperanza de que algo/ siga aún elevándose/ después de la caída»), y terminando con Larra («Se ha asomado al espejo,/ ya sin prisa,/ para ver desde cerca cómo mira un cadáver»).

Sin duda, detrás de este libro hay un trabajo de conocimiento profundo de la obra de cada autor para poder comprender su realidad y expresarla desde su esencia. El propio poeta nos ha indicado una de las claves del libro: «traté de ver la muerte de «los otros» desde su propia piel y desde sus propios ojos, aunque se trata de una perspectiva difícil porque de algún modo me obligó a hacer una especie de desdoblamiento. Como algunos han sugerido, tal vez en eso haya algo de exorcismo. Quizás escribir sobre el suicidio haya sido una manera de conjurarlo». En un lúcido libro lleno de paradojas, rastro de la complejidad de la vida, se ilumina la paradoja esencial: la muerte decidida de otros nos hace sentir inmensa e incomprensible la vida.   [jac]

Manuel Ortiz. Juegos y Canciones. Madrid: InnovaLibros, 2011.

Que InnovaLibros se atreva a saltar a la palestra editorial en estos tiempos es hecho digno de mención y de encomio. Que además publique libros preciosos como este Juegos y Canciones, es motivo de celebración. En él, los versos de Manuel Ortiz aparecen en delicado diálogo con las acuarelas de Luis Ledo. Y su mirada limpia a la naturaleza se engarza con guiños a lo mejor de la tradición literaria: la lírica popular, el Romancero, San Juan de la Cruz, Romeo y Julieta

Ese tejido de sabia sencillez compone cada poema para ser disfrutado por niños (que tienen la capacidad de sorpresa con lo más cotidiano y la energía de jugar con arenas y palabras) o por adultos (que se dejen arrullar por la serenidad de lo sencillo). La plenitud de la naturaleza se nos entrega en el mero placer de nombrar: el poeta, buen conocedor de la tierra y sus delicias, sabe hacernos sentir en tierna sinestesia el milagro cotidiano de un día de marzo.

PRIMAVERA

Por un día de marzo,
por las glicinas malvas
y el peral blanco;
por las rubias forsitias
y el lirio alado;
por las arpas azules
de la luz, que preludian verano,
yo te perdono, invierno.
Por un día de marzo.

[jac]

Puzle de sombras 2Puzzle de sombras. Universidad de La Laguna.

Estudiantes de la Facultad de Filología de la Universidad de La Laguna (Tenerife) se han empeñado desde 2009 en crear una publicación impresa que fomente y difunda la creación literaria y otras escrituras filológicas: Puzzle de sombras, nacida con el apoyo de la Dra. Isabel Castells y del Aula de Lengua y Literatura de la Universidad.

Puzle de sombras 1Desde La Sombra felicitamos a los impulsores por la iniciativa y les animamos a seguir creciendo. Tras el número 1 de 2009 y el 2 de 2010, dirigidos por Rubén Porto, el equipo responsable se encuentra elaborando el tercer número. Artículos, relatos, poemas, reseñas, juegos creativos (cadáver exquisito, relatos inspirados por una imagen) comparten un mismo aire de entusiasmo y fe en la escritura. La sección final Créeme («La lectura que me marcó», «¿Por qué escribes?») cierra la revista con un emotivo acercamiento a la experiencia individual de estos jóvenes que no se resignan a que la filología se quede encerrada en los libros.

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