«El sueño de la razón produce monstruos: sueña lo imposible». Así nos aconsejaba el estupendo dibujo que nos regaló Jose Gil Romero en nuestro especial «Sueños Imposibles» (números 9 y 10) de LSM.
Y es que él sabe mucho de soñar imposibles porque sueña en cine. Lo escribe, lo rueda, lo dirige, lo edita, le añade efectos, mima y admira a sus actores, escucha las opiniones de sus amigos (e, incluso, sigue sus sugerencias), agradece a sus colaboradores, es generoso con todos…
Y es así porque sueña en cine, sueña imposibles de ilusiones, gesta en su mente y en su corazón un mundo mejor, más bello y más puro, y nos lo regala, lo muestra ante nuestros ojos y toca nuestras almas con su sensibilidad, con su inteligencia, con la autenticidad de sus imágenes, con su genialidad.
Buen cine
Quienes tenemos la fortuna de conocer (y de disfrutar de) su obra sabemos que sus películas siguen la máxima wellesiana del buen cine. El gran (en todos los sentidos) Orson decía que una buena película es tres cosas: guión, guión y guión. Pues bien, eso es el cine de Jose Gil Romero, como el de todos los grandes, un magnífico guión narrado con las imágenes perfectas, con el encuadre justo, con la luz precisa, sin artificios, con verdad.
Incluso sus cortos más «artesanales» (como él los suele llamar, con una modestia que no es en absoluto fingida sino tan auténtica como todo en él) están cuidados hasta el más mínimo detalle y la fuerza de sus historias no puede dejarnos indiferentes porque nos conmueve y nos atrapa. Es imposible escapar de esa sutil tela de araña que Jose nos tiende: no podemos hacer sino enredarnos más y más en ella y disfrutar de la experiencia.
Sería larguísimo enumerar todos los premios que ha acumulado durante su carrera cinematográfica y con un poco de suerte veremos en breve un largo suyo en la gran pantalla. Soñar lo imposible destierra a los monstruos y Jose Gil Romero, y los que nos consideramos sus amigos y lo queremos, soñamos con él la belleza de sus imágenes, la solidez de sus personajes, la poesía de sus historias y la riqueza de su mundo interior que se nos entrega incondicionalmente.
Sus cortos
En blanco y negro o en color, con la escasez de medios del que empieza o con grúas, travellings y efectos digitales complejos del que ya es un experto profesional del medio, sea cual sea la circunstancia de rodaje lo que no falta nunca en un corto de Jose Gil Romero es una buena historia, una dirección de actores limpia y eficaz (por algo se ha sabido rodear de grandes intérpretes que le dan el toque preciso a los personajes que ha creado) y la ilusión siempre brillando en sus ojos agradecidos y orgullosos del trabajo bien hecho. Los cortos de Jose Gil Romero tratan los temas más variopintos y abarcan géneros distintos, en una revisión personal del cine más clásico, en el mejor sentido de la palabra, que busca la complicidad del espectador y necesita de su implicación, algo que tampoco es muy difícil porque es casi imposible quedar indiferente ante su obra.
No puedo ocultar (sería imposible) que a mí me llegan y me llenan, pero por no resultar excesivamente prolija os hablaré sólo de algunos, aunque no me resulte nada fácil elegir y, eso sí, os invito a todos a que descubráis y experimentéis el efecto que os causa su obra, que espero y deseo que sea tan reconfortante como el que provoca en mí.
En El Hombre de su Vida dos hombres se encuentran en un cementerio y uno es el amante de la mujer del otro. Según la van recordando, descubren a un nueva Isabel, distinta de la que creían conocer tan bien. Esta película, que se inicia con una situación a priori tensa, requiere la total complicidad del espectador ya que Jose Gil Romero juega con él, lo que parece una cosa resulta ser realmente otra y el equívoco, la intriga y la sorpresa se mantienen hasta el final, sin que sea posible que el público quede indiferente. ¡Qué suerte la de Isabel, haber sido amada por esos dos hombres! ¡Y qué grande «el hombre de su vida»! Es una gozada ver cómo Jose Gil Romero no se limita a dirigir a los actores, sino también al espectador, lo lleva por donde quiere, lo cautiva y lo seduce: este derroche de amor es un verdadero regalo para el público inteligente y sensible.
En Tres Cartas tres hermanos que llevan 20 años sin verse se reúnen para leer las cartas que les ha dejado su padre, recientemente fallecido y con el que mantenían una extraña relación. ¿Qué les dirá a cada uno de ellos, después de tantos años? ¿Cómo reaccionarán? La presencia de lo sobrenatural en esta película convierte al espectador en confidente de cada uno de los hermanos; nos metemos en su piel y compartimos sus sentimientos, sus reproches, sus miedos, sus frustraciones, su falta de comunicación… ¡Cuánta belleza y cuánta delicadeza en una película tan redonda como esta!
En Transmitiendo nos encontramos con otra situación límite; en la casa del psicólogo de una prisión se presenta un recluso con permiso de fin de semana, enajenado, muy enfadado y dispuesto a matarlo para descubrir la verdad sobre quién es realmente ese psicólogo. Dos hombres que se enfrentan con su pasado, con su futuro y, sobre todo, con un presente cargado de tensión: saltos en el tiempo, historias cruzadas, los monstruos de una mente ¿enferma? y los de la razón mezclados en un trepidante corto digno de una antología de literatura gótica.
Adela y Manuela combina humor y ternura para hablarnos de un tema extremadamente difícil de contar con imágenes: la dignidad. A los espectadores nos resulta contradictorio reírnos de una situación tan dramática como la que tienen las dos protagonistas de la película, dos prostitutas travestis a las que se les acaba de suicidar su chulo y que buscan trabajo en el burdel de Doña Pura; el problema es que Adela y Manuela tienen 65 años… Toda una vida juntas, un amor y una empatía por encima de las palabras y un futuro incierto pero en comunión nos llevan a pensar que aún hay esperanza para el mundo, a pesar de su crueldad y de las muchas trabas que nos pone.
Y ahora, ¿qué?
Un nuevo proyecto, una nueva ilusión, un camino que apenas acaba de comenzar y que ya presenta un montón de vericuetos, una multitud de senderos que se entrecruzan y que hacen más difícil alcanzar la meta, pero la meta merece tanto la pena que Jose Gil Romero ya se está preparando, una vez más, para enfrentarse a los problemas habituales de todo rodaje y vencerlos a fuerza de trabajo, cariño y pasión. En su cabeza y en su corazón una nueva declaración de intenciones que todos esperamos que vea la luz antes de que llegue el próximo año bisiesto… los que conocemos la obra de Jose ya estamos necesitando una historia larga que nos haga disfrutar más tiempo porque cuando descubrimos sus cortos nos quedamos con ganas de más y qué menos merecemos que nuestros sueños se hagan realidad y que, a partir de ahora, podamos tener toda la sensibilidad, la inteligencia y el buen hacer de Gil Romero en largometrajes.
Espero que, cuando lo descubráis, disfrutéis de su obra tanto como yo y que sigáis ese sabio consejo de soñar lo imposible: nuestro invitado, que sueña el cine, lo hace y ya veis qué “belluras” (como decía Don Dámaso Alonso) crea. Soñemos lo imposible, desterremos los monstruos y sigamos asombrándonos y disfrutando con geniales como Jose Gil Romero.
Arantxa Oteo (ArntxtMry)