Ricardo Díaz

          CEMENTERIOS

 

Hay lugares de quietudes y de silencios,

parajes cerrados… fiesta de colores.

No cerremos nuestros ojos…

la muerte está en nosotros.

Ella nos visita en esos lugares funestos

adormeciéndose desnuda sobre cada losa

contacto divino e inenarrable

entre el mármol y el pensar.

Ahora todo es diáfano para mí

escarchado en este mundo de apariencias.

Un suspiro, el último… Tú y Yo

imborrable…

Me agradaría decir que el suicidio es engaño,

traición, pero…

Me gusta demasiado estar desnudo sobre la piedra.

 
Mi ciudad natal, Punta Arenas (Chile), paisaje de nieve y ovejas, acompañó mis primeros estudios junto a los marineros, a los hombres del petróleo y al ovejero «ese Rey sin trono fijo…». Luego atravesando el Golfo de Penas, el Cabo de Hornos, caminando el mar y los puertos del Sur, llegué a Valparaíso, colinas y mar. Allí, encumbrado en el cerro Playa Ancha, república del viento, mis estudios secundarios y universitarios. Diploma de profesor de Castellano… siempre mirando la mar desde el Pedagógico, Universidad de Chile, nacieron sueños… utopías  de un mundo mejor para todos. De pronto, un 11 de septiembre, todo eso se acaba… Recomenzar un camino, lejos, con palabras de exilio, enterrando dolores…. sueños… utopías… aquí en Burdeos, tierra roja de vino y sangre, puerto de ayer… una maestría  en literatura chilena. Mi alma, Caleuche del Sur, navegando con la escritura… con la poesía.

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