Alexander Costa

Poesía al descubierto. La Sombra 2011 ISSN: 1697-8714


MELANCOLÍA

Sonidos oscuros de un corazón triste,
Melancolía que rompen en llanto
Y algo más que la distancia de mis labios
Por la miserable sensación de amargura.

Soy el titiritero de las mentiras,
El artesano de las dudas y confusiones,
Permitiéndome la decadencia
Del sollozo insonoro,
Con aquel distante beso del lóbrego
Viento de la ruinosa soledad.

Mujer del silencio, mujer de esta herida,
Te abandoné en la quimera
De un maldito adiós de palabras,
Divagué en la miseria de mi egoísmo,
Y te fuiste en ese lento espejismo
De despedida insensible.

La fría herencia del olvido
Consume mi corazón vagabundo,
Buscando por ti en el enjambre
De la morbosa incomunicación,
Rescatarte tal vez, de una forzada decisión
Y recibir nuevamente el ardor de tus labios…

Estúpidas divagaciones mezcladas
Con desesperación y odio asimismo.
Cadenas sobre mis sentimientos que desgarran
Su piel, en estas jaulas de malnacido amor…
Que atacan en medio de los sueños;
Tirano infeliz de mis acciones, habitante
Oscuro que irrumpe en la monotonía de mi alma.

Teatrero soy de mi realidad…
Te has ido para nunca volver,
Y no creo en los caminos que se cruzan…
Los caminos mueren entre la huellas del vagabundo
Y con él, mis angustiosas lágrimas…
En la arena que arrastra tus pies,

El licor es mi premio de consolación,
Amarga lírica que consume mi alma,
Estrangula mi llanto y lo convierte en falsa sonrisa,
Coherencia de palabras que se transfigura en culpa,
Pues al final después de todo
La única que venció en verdad.
Es la dama oscura… mi melancolía eterna…
Sonríe, compañera de soledad, sonríe en verdad.

Te dejé escapar hacia un horizonte sin rumbo,
Permitiendo que la luz de tus bellos ojos
Se pierda en la melancolía de mis palabras,
Consumí el calor de tus caricias, mientras
Buscabas la diafonía turbia de mi corazón…
Es verdad, no soy quien esperabas, ni yo a quien deseé
Solo permíteme recobrar mi rumbo,
Permíteme viajar en la sombra
De mi soledad…

Pero en tanto, déjame un último abrazo,
Regálame quizás, una agonizante sonrisa,
Y quizás, un insensible beso de despedida…
Pues, donde se diluye el crepúsculo
También se diluye mi alma…
Y sin decir adiós, déjame
Partir contigo en el gélido atrio de tu olvido…


ALEXANDER ACOSTA

Mi nombre es Alexander Acosta, mi edad es de 24 años, mi profesión es la ciencia política, en este momento realizo labores de apoyo al movimiento indígena del departamento del Cauca (Colombia). Mi creciente necesidad de escribir poemas surge en crítica a todas las concepciones monótonas de la vida diaria y su imparable deceso por los caminos del consumo. Busco cuestionar un mundo que consume la esencia del ser humano, que lo convierte en objeto de mercado, olvidada su sensibilidad.

En rechazo a esa postrera teatralidad del amor artificial que se despliega a través las raíces de la actual sociedad de consumo trato de bosquejar el rostro del verdadero amor, aquel que consume furiosamente los espejismos de lo trivial y perfora intensamente las heridas del corazón, ese amor que nos lleva a reconocer los callejones oscuros de nuestra soledad, buscando el sabor del odio en los laberintos del olvido. Pero este fingido odio solamente es el postrero mensaje de la cobardía al momento del perder al único ser que nos entregó un pequeño rayo de luz en medio de esta oscura tragedia que llamamos vida. En beneplácito a este sentimiento que se encuentra en tristes cenizas y dolorosas confusiones, nace el poema «Melancolía», a favor del rencuentro, en abrazo a la virginal soledad de nuestras almas.

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